Hilde llegó en Soul Calibur IV y pronto se convirtió en un personaje bastante popular. Bajo una personalidad y apariencia bastante épica y romántica (tal vez excesiva), Hilde hace gala de un estilo de lucha bastante versátil, utilizando una espada corta para sus ataques horizontales, caracterizados por su rapidez y corto alcance, y una lanza para los verticales, más lentos pero de mayor alcance, lo que le facilita el combate a cualquier distancia. Pulsando ambos botones se obtiene los típicos movimientos de presión que combinan ambas armas. Además muchos de sus golpes puede cargarse, aunque esta técnica requiere de un mayor experiencia para su su uso correcto. En líneas generales, Hilde es un personaje muy sólido, destacando por su fuerza, contundencia y sin grandes sacrificios en su velocidad, aunque puede llegar a ser un personaje con poco factor sorpresa en sus movimientos. |
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Valoración personaje usuarios: | |
País de nacimiento: | Reino de Wolfkrone, Sacro Imperio Romano Germánico |
Estatura y Peso: | 1,61m - 54Kg (SC V) |
Estilo de Lucha: | Große Erbschaft |
Arma: | Espada corta y lanza |
Fecha de nacimiento: | 13 de Agosto de 1573 |
Familia: | Padre: Rey de Wolfkrone, dos hijos |
Aliados: | Clan del Viento negro, Siegfried |
Enemigos / Rivales: | Nightmare |
Seleccionable: | Soul Calibur 4, Soul Calibur Broken Destiny, Soul Calibur 5, Soul Calibur: Lost Swords, Soul Calibur VI (DLC) |
“Padre, nos marchamos hoy”.
Hilde tenía una audiencia con el rey encerrada en una cámara de piedra en lo más alto del torreón del castillo. Desde que la destrucción conocida como Semilla del mal había barrido el reino, su padre había caído en una bruma de locura y estaba confinado en esta celda diminuta y solitaria. Nunca había podido superar ese hecho atroz, pero no podía permitirse ser débil. La supervivencia del Reino de Wolfkrone dependía ahora de ella.
Hilde se purificó para prepararse para liderar a su ejército hacia la batalla, y luego se puso la armadura y el casco. Rememoró un incidente que había ocurrido días antes. Al acudir en ayuda de un grupo de mercenarios que viajaban a través de Wolfkrone, había averiguado que un hombre llamado Siegfried estaba a punto de penetrar solo en Ostrheinsburg. Hilde se encontró con Siegfried y consiguió entrevistarse con él, pensando que podían unir sus fuerzas por un objetivo común. Pero el caballero no quería tener nada que ver con ella, quería entrar solo en la ciudad maldita.
Hilde lo tomó como una señal; quizás el amanecer del reino que había soñado durante años se acercaba por fin al final de su larga pesadilla.
Al alba ordenó a todas las fuerzas de Wolfkrone que se pusieran en marcha. Ella se situó a la cabeza del ejército, meditabunda. ¿Podría conducir a su reino a un nuevo amanecer?
Bajo ataques constantes de las fuerzas de Soul Edge en la vecina Ostrheinsburg, el Reino de Wolfkrone estuvo al borde de la destrucción. La princesa Hilde condujo a su ejército a la victoria contra la espada maldita, pero la batalla envenenó la tierra y la privó de un futuro decente. Después de una deliberación dolorosa, Hilde mandó al éxodo de su reino. Mientras viajaba de país a país negociando tierras para el reasentamiento de su pueblo, también buscó una forma por la cual purificar Wolfkrone. La guerra contra Soul Edge podía haber terminado, pero la batalla para restaurar su patria continuó.
Un día recibió un mensaje de su fiel amigo Siegfried: Un ejército de malfestados, organizado por un partido desconocido, tenía la intención de reclamar su podrido reino.
Hilde reorganizó su ejército y se preparó para luchar junto a Siegfried: nunca entregaría la tierra que vio nacer a su pueblo. Hilde sabía que no podría vivir para ver el regreso seguro de sus súbditos a Wolfkrone, pero sus dos hijos quizás pudiesen.
"Yo no soy el única. ¡Detrás de mí se encuentra el valiente pueblo de Wolfkrone, y los niños que nos sucederán!" Y así fue que, con esperanza en el corazón, Hilde alzó su espada y lanza y se preparó a luchar por la causa...