Aeon Calcos / Lizardman apareció por primera vez en Soul Calibur con un repertorio de movimientos muy similar al de Sophitia, bajo la curiosa apariencia de un hombre lagarto, que se supone es un homenaje a los juegos de fantasía y espada. No obstante, con el lanzamiento de cada entrega ha ido desarrollando ataques de cosecha propia que hacían hincapié en su naturaleza animal, con embestidas o cabezados, destacando en la quinta entrega por su capacidad de atacar con fuego o embestir tras elevarse por los aires. A lo largo de la serie ha ido modificando su aspecto e incluso armas, hasta llegar a dos hachas en la quinta entrega. Aeon es un personaje fácil de usar, fuerte y con un buen puñado de movimientos, especialmente medios, que le permiten presionar al rival de forma eficiente, por lo que no costará controlarlo correctamente, pese a que su alcance puede llegar a ser algo limitado. |
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Valoración personaje usuarios: | |
País de nacimiento: | Esparta, Imperio Otomano |
Estatura y Peso: | 2,02m - 135Kg (SC V) |
Estilo de Lucha: | Estilo rápido de Ares |
Arma: | Espada y escudo (SC, SC II), Hacha y escudo (SC III, SC IV), Hachas gemelas (SC V) |
Fecha de nacimiento: | 23 de Junio de 1555 |
Familia: | Desconocida, aunque conserva recuerdos de su anterior vida |
Seleccionable: | Soul Calibur (*), Soul Calibur 2, Soul Calibur 2 HD, Soul Calibur 3 (*), Soul Calibur 4 (*), Soul Calibur Broken Destiny (*), Soul Calibur 5 (*) |
Notas: | * Como Aeon Calcos, resto como Lizardman genérico |
Aeon Calcos era un guerrero que recibió un oráculo de Hefesto, el dios ancestral de los herreros, quien le ordenó destruir la espada demoniaca.
Por ello empezó la búsqueda del "Soul Edge" para cumplir su destino.
Un día, nómadas del desierto rescataron a Aeon de muerte segura y le llevaron a su pueblo, en el oasis. Sin embargo, antes de que pudiese corresponder a su amabilidad, la Semilla del Mal se apoderó de él, convirtiéndole en un loco sediento de sangre, masacrando a todos los visitantes de la aldea.
Las historias sobre el loco del desierto llegaron a los oídos del gran sacerdote Kunpaetku, de la oscura orden de Fygul Cestemus. Aeon fue capturado por la orden, convirtiéndole en un diabólico experimento humano. El plan causó una inenarrable transformación en Aeon…
“¡Encuentra la diabólica espada "Soul Edge”!
Para el recién nacido esclavo del gran sacerdote, esas palabras fueron incuestionables.
Cuando se despertó, le resultó imposible saber que había sucedido. Lo único que recordaba era la sensación de haber sido repentinamente sacado del oscuro abismo.
Las ondas emitidas por Soul Calibur al chocar con la espada maligna habían agitado su conciencia.
Lo primero que vio al despertar fue su propia figura transformada en la de un monstruo.
En su memoria deslavazada quedaban recuerdos de haber servido al sumo sacerdote de un tenebroso templo y haber acabado con innumerables vidas.
Aeon Calcos se puso en marcha para hallar la forma de volver a ser humano mientras mantenía oculto su monstruoso aspecto. Con ese cuerpo, ni siquiera podía ver a su familia.
“Señor, cruel es el destino que has reservado para mí”. Aún no se había dado cuenta de la sombra de duda que su corazón albergaba.
El tiempo pasaba sin hallar la solución, de modo que decidió buscar seriales en el único lugar al que había evitado acudir: el templo maldito. Pero alguien lo había destruido.
Al ver derrumbarse su única esperanza, algo esencial se desmoronó en su interior. La duda invadió su corazón.
¿Por qué su dios permanecía mudo cuando más lo necesitaba? ¡Estaba claro que él no era más que un monstruo perverso, incluso para su dios!
La espada y el escudo que su dios le diera le habían servido para calmar su alma, pero se deshizo de ellos y centró toda su desesperación y su cólera contra ese ser divino.
Su venganza definitiva seria destruir a su dios con la única arma que temía: Soul Edge. Y así se desvaneció todo temor a convertirse en una bestia sin compasión.
Abatido por las circunstancias, el antes piadoso hombre soñaba con acabar con los dioses que le habían abandonado. Pero el destino le había jugado una pasada todavía peor de lo que había imaginado: su cuerpo se había deformado grotescamente. Y ahora, también su mente estaba retorciéndose. Sus emociones y recuerdos humanos iban desvaneciéndose poco a poco, hasta que al final, incluso su corazón se había convertido en el de un monstruo.
Antes de que se diera cuenta una horda de congéneres bestiales se congregaron a su alrededor. Con su fuerte personalidad y la superioridad de su técnica de combate rezumaba dominio sobre los otros hombres lagarto sin decir una palabra, y se convirtió en su líder. Se entregó a los instintos agresivos, y condujo a la manada por un camino de destrucción.
Excepto por la noche, cuando sus sueños no se completaban. A veces abría los ojos, y allí estaban: las sensaciones y recuerdos humanos habían resucitado. Quedaba asombrado por esta realidad de pesadilla, por sus sueños desestructurados. Ni siquiera sabía quién era. Solo había un gran vacío que le causaba un pánico desesperado. Había perdido algo, algo tan grande como la vida. ¡Pues claro, era su alma! ¿Qué le había ocurrido a su alma? Solo le quedaba un recuerdo y brilló con los últimos vestigios de su antigua obsesión: Soul Edge. ¡Allí estaba su alma!
(Mi… mi alma. Debo encontrarla. Cuando salga el sol…)
Y con ese último pensamiento, cerraba los ojos y volvía al reino de los sueños.
El espadachín espartano Aeon atendió la llamada divina para convertirse en un guerrero sagrado, un soldado encargado de destruir Soul Edge. Pero su misión terminó cuando fue capturado por una secta conocida como Fygul Cestemus, que lo transformó en un monstruo horrible. "¿Por qué?" se dijo así mismo. "¿Por qué Dios me ha abandonado en un momento de necesidad?".
En la desesperación por la pérdida de su humanidad, Aeon finalmente se rindió a sus instintos bestiales: caminó a cuatro patas y devoró a cualquier cosa o persona que se cruzó en su camino. Pasaron muchos años, hasta que un día Aeon escuchó una voz inhumana que le hablaba en el interior de una cueva. "Devóralos a todos, y tu deseo se hará realidad."
A partir de ese momento, el hombre-bestia obtuvo el poder para heredar la naturaleza de los que consume. Cada vez que probaba la sangre de una nueva presa, su cuerpo y el alma se transformaba. Poco a poco recuperó el poder de la razón. Aeon buscó los débiles restos de su memoria... "¿Cómo puedo recuperar lo que he perdido?" , se preguntó.
Pero él sabía la respuesta: debe alimentarse de nuevas víctimas. Se debe consumir la carne de los guerreros sagrados...