La inocente Talim aterrizó en Soul Calibur II teniendo un buen recibimiento por parte de los fans, bajo un estilo de luchar bastante peculiar (y limitado) como veremos a continuación. Talim es un personaje diseñado especialmente para el combate cercano, ya que el alcance de sus golpes está por debajo de la práctica totalidad de personajes del resto del juego, lo que es a la larga una gran desventaja. Para subsanar esto, sus golpes son muy rápidos y van acompañados de pequeñas combinaciones, teniendo además a su disposición diversos movimientos acrobáticos que le permiten evadir ciertos ataques o bien buscar un hueco en la defensa del rival, pudiendo crear auténticos quebraderos de cabeza en los personajes más lentos. No obstante, estos movimientos son arriesgados, lo que unido a su escasa fuerza y pobre alcance provoca que para su manejo correcto se tenga una gran experiencia, no siendo recomendable para novatos. En definitiva, Talim está consideraba uno de los peores personajes (aunque eso no quita que sea un personaje divertido y original), debido a que su grado de competitividad es relativamente bajo. |
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Valoración personaje usuarios: | |
País de nacimiento: | Aldea de la deidad del viento, Islas Filipinas, Virreinato de la Nueva España, Imperio Español |
Estatura y Peso: | 1,44m - 42Kg |
Estilo de Lucha: | "Danza del viento" (Basada en Eskrima) |
Arma: | Tonfas cortantes |
Fecha de nacimiento: | 15 de Junio de 1576 |
Familia: | Padre: Sanput, Madre: Lidi, Abuela y matriarca de la aldea: Kalana, Pájaro: Alun |
Aliados: | Yun-seong, Seung Mina |
Seleccionable: | Soul Calibur 2, Soul Calibur 2 HD, Soul Calibur 3, Soul Calibur 4, Soul Calibur Broken Destiny, Soul Calibur VI |
El Sudeste Asiático se sumió en una época de agitación cuando la influencia europea se dejó sentir en sus tierras. En una región de Asia vivía una tribu que dominaba los vientos.
Talim era la hija del brujo de este pueblo y fue educada para ser la última sacerdotisa. En una época en que la fe en la Diosa del Viento se desvanecía, Talim tenía un increíble potencial para ser sacerdotisa.
Un día, mientras leía los vientos, como otras tantas veces, Talim sintió como la invadía una violenta aura maligna que lo devoraba todo a su paso. Talim perdió el conocimiento y tardó días en volver en sí.
Aquello ocurrió el día que la Semilla del Mal se extendió por el mundo.
Cuando Talim tenía 15 años, un occidental le enseñó un fragmento de metal. El hombre decía que era un "amuleto de vida", pero Talim reconoció el mal en el trozo de metal. Era la misma energía maligna que sintió cuando perdió el conocimiento.
“iTengo que llevar el fragmento al lugar que le corresponde!" , exclamó.
La joven sacerdotisa emprendió su viaje aunque los ancianos de su tribu no lo aconsejaban.
Poco después de dejar la aldea, Talim sintió la presencia de la misma aura maligna procedente de otros países.
Supo que pronto todo perecería si la fuerza maligna seguía extendiéndose. Talim decidió buscar todos los pedazos y devolverlos al lugar que les correspondía.
No importaba lo lejos que estuviera de su hogar, Talim sentía el viento. No tenía miedo. No importaba cuánto durara el viaje, sabía que estaría bien siempre que los vientos la acompañaran.
Tras abandonar el pueblo del viento para ir tras los perversos fragmentos de metal, Talim averiguó que el origen del mal era Soul Edge.
Guiada por los susurros del viento, Talim rastreó la fuente de la energía maligna hasta un macizo de montañas; allí encontró un molino de agua en el que tan solo vivían niños. En él conoció a un chico cuyo cuerpo irradiaba energía maligna y que yacía enfermo.
Talim decidió ayudar al chico.
Un día, un joven llamado Yun-seong llegó al molino en busca de Soul Edge. Talim le puso en antecedentes del peligro que corría, pero él no se arredró y optó por permanecer allí e intentar obtener más información. Finalmente, la jovialidad de Yuirseong hizo que Talim acabara aceptándolo.
Preocupada por el estado del chico que estaba empeorando, Talim tuvo la idea de traspasar toda la energía maligna del cuerpo del muchacho al viento a través del cuerpo de ella. Iba a ser una operación peligrosa para ambos, pero Talim estaba decidida a curarlo.
Al principio el chico se negó, pero Yun-seong lo convenció para que aceptase el tratamiento.
Este resulto un milagroso éxito.
Durante el tratamiento, Talim vio entre los vientos que soplaban en la altura la imagen de una bella espada en un lejano país del oeste. Sin saber por qué, sintió un calor que invadía su corazón.
Tras cuidar al chico durante su recuperación, Talim emprendió un nuevo viaje, el agradecimiento del niño aún resonaba en sus oídos.
Algo la esperaba en el oeste… Su corazón se agitó quedamente con esa premonición.
En medio de una luz azul que le traía a la mente aguas resplandecientes, brilló con fuerza una única espada, Talim sólo había visto la espada durante un momento de alucinación al salvar al joven que estaba siendo destruido por Soul Edge, pero volvió a la realidad y cayó de nuevo dormida.
Había consumido sus días con Yun-Seong, un joven que buscaba Soul Edge. A pesar de los múltiples esfuerzos que hizo por mostrarle los peligros de la espada maldita, no estaba segura de que se hubiera tomado en serios sus palabras. Entonces, casi inmediatamente después de cruzar sus pasos con los de la compañera de Yun-Seong, Mina, se desvaneció.
Debía haber percibido que Mina trataría de hacerle volver a su hogar, y escapó. “Es testarudo”, explicó Talim a Mina, “pero es una buena persona. Al final, seguro que tomará la decisión correcta”. Y lo querrá hacer solo, añadió para sí misma.
Se separó de Mina y continuó sola. Entonces, una noche, observó incontables luces moviéndose hacia el oeste. Era una visión maravillosa, pero Talim percibió el mal que ocultaban. Soul Edge había incrementado su poder, y se acababa el tiempo.
Desde ese día, la visión acudía a ella con más frecuencia. La espada cuyo poder parecía al principio tan puro creció hasta hacerse formidable ante sus ojos, hasta que finalmente parecía capaz de eliminar todo lo que existía. Talim se inquietó. Un poder tan enorme podía desequilibrar las fuerzas de la naturaleza. Podía oír al gemido de los vientos que agitaban el mundo.